Cuando escribí mi relato impresionista sobre las práticas pre-profesionales, me propuse buscar alternativas para trabajar con los niños de primaria sin tener que usar los gritos o maltrato.
Entonces, encontré esto:
¡Estrategias para mejorar la atención en clase!
Gestionar el tiempo
La atención fluctúa a lo largo de una sesión de clase, de la mañana e incluso de la semana. Es lo que se llama la curva de atención. Se puede decir que solo contáis con unos minutos
de máxima concentración en cada sesión. En las primeras horas ese
período de tiempo puede ser mayor, mientras que en las últimas horas es
tiempo se reducirá.
Por tanto, una segunda estrategia para
mejorar la atención en clase es gestionar el tiempo. Una curva general
sería aquella que en los primeros minutos se intenta centrar la
atención, que consigue mantenerla unos minutos y que puede prolongarla
unos minutos más con los recursos que ahora se exponen, pero que poco a
poco va descendiendo a lo largo de la sesión.
Saber gestionar esta curva
genérica implica introducir actividades que se adapten a ella. Esto
supone, saber captar la atención, realizar las tareas de máximo
rendimiento en el momento oportuno e introducir actividades de menor
exigencia cuando la curva de atención va descendiendo.
También implica saber hacer pausas, para “dar un respiro”
y retomar la concentración. He tenido profesores que eran verdaderos
artistas en esta gestión del tiempo y no eran licenciados en
pedagogía precisamente. Limitaban el tiempo de esas explicaciones y
sabían introducir pequeñas pausas en las que nos contaban “sus “batallitas personales“. Seguro que tenéis experiencias similares.
Reducir los estímulos distractores
La atención es un filtro cognitivo,
que selecciona entre los estímulos relevantes y los que no lo son.
Cuanto más reduzcamos los posibles distractores mejor rendimiento
obtendremos.
Esto supone, cuidar las condiciones ambientales,
que los chicos estén cómodos, que no haya interrupciones, retirar
aquello que pueda distraer de la mesa de los chicos. No pasa nada por
perder unos segundos en pedirles que retiren todo de la mesa.
Un profesor colocaba un cartel en la puerta de la clase cuando iba a explicar: “no interrumpir, estamos explicando” y de esta forma evitaba visitas que cortaban el hilo de la concentración.
Hablar en un tono de voz demasiado elevado o gritar con excesiva frecuencia, es un estímulo estresante que favorece la distracción, por ejemplo.
Apoyo visual
Cuando las actividades se
realizan con apoyo visual, mejora la atención y la concentración se
prolonga mucho más. Algunos profesores pretendéis que vuestros alumnos
de Infantil, de Primaria o de Secundaria, soporten explicaciones de 40
minutos con el único apoyo de la voz del profesor.
Las presentaciones, el
uso de imágenes, los esquemas en la pizarra, o simplemente garabatear en
el encerado, mejora significativamente la atención. Si se quiere
mantener la concentración solo de oído, no pidamos demasiado tiempo a
los chicos.
Cuidar los momentos de transición
En el aula y en una mañana de clase
existen diferentes momentos de transición: volver del recreo, cambio de
asignatura, de un examen a una clase… Es necesario cuidar estos momentos
para captar la atención.
Al volver del recreo, por ejemplo, sin
enfados ni gritos, hay que conseguir que los alumnos se serenen y se
centren: actividades como una lectura, o unos ejercicios de relajación puede hacer que los alumnos se serenen y se pueda captar la atención.
Interaccionar positivamente con ellos
Hay profesores que están en clase como
si no hubiera alumnos: no los miran a los ojos, miran al horizonte,
hablan en voz baja, tratan de explicar cuando nadie les atiende…
¡Interacciona con ellos! Hazle preguntas constantemente, interprélalos, pide su opinión. No pueden ser sujetos pasivos sentados en su mesa: eso favorece el aburrimiento.
Favorecer su participación activa
Si de verdad queremos mejorar la atención en clase, dad a los alumnos más protagonismo.
Cuando ellos participan activamente, todos están más atentos por que
los iguales, nos guste o no, son más significativos, sobre todo en
adolescentes.
A partir de ciertas edades, pueden
exponer partes del tema, proponer actividades o realizarlas en grupo.
Cuando se realizan inicialmente, parece que no va a funcionar, pero
cuando se acostumbran a trabajar de esta manera, el rendimiento
atencional mejora.
No se obliga a los estudiantes a llegar a clases."Es tarea del docente hacer que sus estudiantes deseen, quieran ir a clases".
El docente debe ayudar a los estudiantes a organizar y a dar sentido pedagógico a la información abordada en clase.
No se puede medir el aprendizaje "El aprendizaje es una modificación
en nuestras estructuras cognitivas ante el estímulo adecuado".
Mientras más ambigua es una tarea, menos riesgo existe.